África, ¿el continente del futuro?

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El 25.9.08 a las 11:26 hs por Gabriel Foglia

El mundo ha experimentado años de gran crecimiento económico. De acuerdo con la UNCTAD (United Nations Conference on Trade and Development), el PBI mundial creció un 47% en el período 2003-2007. Nunca antes en la historia de la humanidad se observó un crecimiento semejante.

Los países emergentes o en vías de desarrollo son los motores para que el crecimiento sea posible. Los países en desarrollo representan un 25% del PBI mundial y un 80% de la población. Su tasa de crecimiento económico para 2007 fue de 7.35%: triplicaron el crecimiento de las economías desarrolladas (2.50%). Sin embargo, el crecimiento económico no garantiza una mejor distribución de la riqueza. El PBI per cápita en los países desarrollados es en promedio 14 veces superior al de los países en desarrollo.

El crecimiento poblacional está estrechamente relacionado con las economías emergentes. Las economías desarrolladas (47 países sobre un total de más de 200), crecieron en población un 57% desde 1950 a la fecha, contra un 217% de los países en vías de desarrollo en el mismo período. De acuerdo a un informe de las Naciones Unidas, para 2030 se espera un crecimiento poblacional mundial de 1734 millones de personas, con un crecimiento de 40 millones en los países desarrollados y 1694 millones en los países emergentes. De esos 1694 millones, un tercio corresponderá a África.

En consecuencia, África se presenta como una de las áreas de desarrollo de negocios más importantes de cara al futuro. Si bien está considerado por el Banco Mundial como la región más complicada para realizar negocios (debido a la dificultad de acceso a los mercados, inestabilidad política, guerras, enfermedades, desastres naturales, etc.), el boom de los precios de las commodities y mayor estabilidad política en algunos de los países han permitido a más empresas desarrollar sus actividades y a partir de ahí lograr un mayor crecimiento económico.

Las economías en desarrollo de África (Sudáfrica, Nigeria, Algeria, Egipto, Marruecos, Sudán, Botswana, Guinea Ecuatorial, Namibia, Cabo Verde y otros 19 países) representan casi el 15% de la población y 2% del PBI mundial. El PBI per cápita en la región es 6 veces más bajo que el promedio mundial y 4.8 veces más bajo que el de Argentina.

Su tasa de crecimiento económico es muy superior a la del mundo, y en los últimos cinco años se mantiene constante en torno a 5,5%. Sin embargo, la mayoría de sus habitantes todavía viven en la verdadera indigencia. La tasa de mortalidad infantil es en promedio de 42 personas cada 1.000 nacimientos (contra 3,6 en el mundo desarrollado). En el promedio mundial, la expectativa de vida al nacer pasó de 47 años en 1950 a 66 en 2005. En África, pasó de 38 a 50 en el mismo período.

Muchos países africanos han adoptado medidas tendientes a liberalizar el comercio, mejorar el acceso al financiamiento, establecer sistemas de transporte y comunicación, entre otros. Estas acciones han incrementado el potencial de negocios en la región (muchos llaman a África el “continente del futuro”) y en la práctica muchas compañías han establecido operaciones no sólo para aprovechar sus recursos naturales.

Considero que estamos frente a una excelente oportunidad para potenciar el beneficio económico y social. El foco del mundo está puesto en África, y el accionar de empresas que sólo buscan explotar los recursos materiales y humanos sin ningún tipo de control va a ser, si tenemos éxito, cada vez más limitado.

La inclusión de África en el mapa de los negocios les permitirá hoy sacar de la pobreza a millones de personas que no tienen acceso a agua potable y mueren de enfermedades como malaria y fiebre amarilla desde hace siglos. Para eso es necesario invertir en infraestructura, educación y generación de empleos genuinos. El camino es largo, pero varios países han comenzado a transitarlo.

El cambio disruptivo en la industria automotriz

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El 11.9.08 a las 11:48 hs por Gabriel Foglia

El continuo aumento del precio del petróleo quizás logre lo que los consumidores todavía no pudieron: finalmente las automotrices americanas tomarán en serio la producción y comercialización de modelos pequeños con fuentes de energía alternativas.

Luego de reportar una pérdida para el segundo trimestre de 2008 de 15.500 millones de dólares (casi 5% del PBI estimado de Argentina para 2008), General Motors acaba de anunciar una serie de típicas medidas destinadas a calmar los mercados bursátiles: reducción de plantas y empleados, puesta en venta de la unidad de negocios Hummer, eliminación de beneficios de salud para empleados administrativos, etc. Los analistas no creen que el plan sea suficiente y la acción de la empresa lleva una caída del 73% en el último año.

Ford, mientras tanto, anunció una pérdida de 8.700 millones de dólares para el mismo período. La empresa ya se desprendió de Jaguar, Land Rover y Aston Martin, y también está avanzando agresivamente en un plan de reducción de plantas, empleados y costos.

La situación en la industria automotriz dista de ser la ideal. El alto precio del petróleo y la crisis sub-prime en Estados Unidos han afectado negativamente la venta de nuevos vehículos, en particular la de camionetas y vehículos de gran tamaño que son los que mayores márgenes de utilidad tienen. El aumento de las tasas de interés también juega en contra del sector y los préstamos con tasa de interés cero han desaparecido. Los dos jugadores del sector que más han sufrido las consecuencias son Ford y General Motors, que paradójicamente son las que tienen mayor trayectoria en la industria. En tiempos en los que las empresas petroleras generan cada vez mayores ganancias, las automotrices (que posibilitan el consumo de petróleo) son muy golpeadas.

Las ventas totales de automóviles y camionetas livianas para 2008 fueron estimadas por Scotiabank en 55 millones de unidades: Europa del Este, Asia y Sudamérica son los únicos mercados donde hay demanda creciente (juntos representan el 43% del mercado global). Estados Unidos, que es el mayor mercado mundial y casi 26% del mercado, presenta una caída para este año estimada en 11%.

De acuerdo con la consultora CSM, las ventas de las 3 grandes de Detroit (GM, Ford y Chrysler) han caído en 2.1 millones de unidades en los últimos 5 años sólo en el mercado norteamericano. Los fabricantes asiáticos han capturado 41.5% de ese mercado. Si bien el empeoramiento de las condiciones generales de la industria se ha acelerado en los últimos años debido al alto precio del petróleo, el cartel que indicaba “El futuro son los autos pequeños y ecológicos” fue divisado hace varios cientos de kilómetros atrás.

La venta de autos híbridos (tecnología que combina la propulsión mediante un motor eléctrico y otro de combustión interna para lograr mayor eficiencia que los vehículos tradicionales) representa sólo el 2.2% del mercado automotriz norteamericano, pero crece a un ritmo del 38% mientras el mercado cae 3%.

El primer auto híbrido fue el Honda Insight, lanzado en 1997. El híbrido de mayor éxito es el Toyota Prius, que fue puesto a la venta en 2000 y tiene un 51% de share en el mercado híbrido. Tanto Ford como GM lanzaron modelos híbridos para sus camionetas pequeñas y grandes en 2003, pero no automóviles. GM acaba de anunciar que su primer modelo híbrido, el Volt, estará disponible recién en Noviembre de 2010.

La receta seguida por los grandes jugadores de la industria en tiempos complicados que consistía en reducir precios para liquidar stocks parece no tener éxito. El tiempo se acaba, y el único camino a seguir para lograr la supervivencia es el genuino foco en el cliente: nuevos modelos que atraigan a los clientes con diseños atractivos y tecnologías ecológicas.

El invento del automóvil, hace más de 100 años, produjo grandes cambios en nuestras sociedades, revolucionando la forma en que vivimos, trabajamos y nos comunicamos. El aumento del costo de energía, la polución, la congestión en las grandes ciudades y el cambio climático son, entre otros, los factores que producirán la segunda revolución en la forma en que los seres humanos nos movilizamos.

El actual movimiento hacia autos más pequeños con tecnologías que permiten reducir el consumo de combustible, tal como se vio en el caso de los híbridos, es sólo la punta del iceberg. La actual crisis de las automotrices americanas denota, más allá de la coyuntura económica, un cambio radical en los fundamentos de esta industria.