La empresa resiliente

1

El 26.3.09 a las 18:28 hs por Gabriel Foglia

En medio de las actuales condiciones económicas, sociales y políticas mundiales y locales, es normal recibir todo tipo de recetas para superar las dificultades: “Marketing en tiempos de crisis”, “Cómo financiarse en la incertidumbre”, “Nuevos modelos de negocios para vencer a la recesión”, entre otros. Cada día recibo varios newsletters que, luego de avisarme que el futuro es impredecible, pronostican lo que vendrá y hacen sugerencias sobre diversos temas (los formatos pueden variar, pero la metodología es siempre la misma). El breve resumen de páginas y páginas de sugerencias tanto para empresas como para personas es siempre el mismo: reduzca sus gastos, conserve el efectivo, haga su trabajo lo mejor que pueda (lo mismo que tendríamos que hacer siempre, no sólo durante la crisis).

El comportamiento irracional es más común de lo que tendemos a creer, y aún sabiendo que no tienen la receta mágica, seguimos consumiendo a los gurúes y analistas. En definitiva, el crecimiento exponencial de estas propuestas sólo agrega confusión y temor a los tomadores de decisiones. Creo que estamos frente a un cambio de paradigma global que generará oportunidades y beneficios para quienes estén preparados y tengan el ímpetu necesario para aprovecharlo. Si bien no podemos controlar el entorno, tenemos la enorme capacidad de controlar lo que hacemos y, más importante, cómo pensamos.

En ese sentido, hay una palabra proveniente de la psicología positiva que vale la pena explorar: resiliencia. Este término, que todavía no se encuentra en el diccionario de la Real Academia Española, tiene su origen en el idioma latín en la palabra resilio, que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. Típicamente este concepto está asociado a las personas que pudieron recuperarse con éxito de situaciones traumáticas. La resiliencia es la habilidad para sobreponerse a la adversidad, el trauma, la tragedia y los contratiempos. Una persona resiliente no sólo puede soportar estas experiencias, sino que luego se recupera con más fuerza.

Esta idea es aplicada no sólo en el ámbito de la psicología sino también en la ingeniería (capacidad de un material para recobrar su forma después de haber estado sometido a altas presiones), los deportes (un golfista resiliente es aquel que logra realizar birdies luego de bogeys), la ecología (cuánto daño puede soportar una comunidad y seguir avanzando), la economía (la capacidad de un país para “rebotar” luego de un período de recesión), etc.

La American Psychological Association sostiene que las personas pueden desarrollar la resiliencia mediante sus pensamientos, comportamientos y acciones, y es por ello que publicó un decálogo:

1- Desarrollar relaciones estrechas con amigos, familiares y colegas.
2- Recordar que muchas crisis están fuera de nuestro control
3- Aceptar que el cambio es parte de la vida
4- Definir objetivos realistas
5- Tomar decisiones y no escapar a los problemas
6- Tratar de comprender las experiencias propias y aprender de ellas
7- Desarrollar una visión positiva de uno mismo
8- Tener una perspectiva de largo plazo
9- Permanecer optimista y enfocarse en lo que queremos (no en lo que queremos evitar)
10- Mantenerse en buen estado físico y mental

Si bien estas frases fueron publicadas con otro fin, no quedan dudas de que su aplicación en el ámbito empresarial mejorará la resiliencia de las compañías, tomando un enfoque positivo en lugar de defensivo. Definir qué significa cada una de estas sugerencias para nuestra empresa y poner en práctica estas ideas es una buena forma para desarrollar un liderazgo resiliente.

2043 está cada vez más cerca

0

El 12.3.09 a las 20:18 hs por Gabriel Foglia

Menos lectores. Menos anunciantes. Menores ingresos. Esta dinámica parece repetirse en todos los diarios alrededor del mundo. Tanto los más reconocidos (el New York Times fue rescatado por Carlos Slim, el Chicago Sun Times está en bancarrota) como los pequeños diarios locales (cientos han desaparecido) sufren las consecuencias de un cambio en las reglas del juego que la actual crisis económica ha acelerado.

Hay consenso en que el mayor culpable de esta situación es Internet: los usuarios más jóvenes no leen los diarios en papel sino online, y los medios tienen dificultades en “monetizar” ese tráfico y compensar así la caída de ingresos. Adicionalmente, han perdido el monopolio de los avisos clasificados en manos de empresas como Ebay o Craiglist en Estados Unidos, o Mercado Libre en Argentina. Como si esto fuera poco, Google, Yahoo, MSN, Facebook y otras redes sociales son la puerta de ingreso a Internet para muchos, compitiendo por el tiempo de atención de los cibernautas. A esto se suman los proveedores de contenidos para celulares y los bloggers que reportan noticias desde cualquier lugar a cualquier hora, como formas de “periodismo ciudadano”.

En 2004, Philip Meyer, profesor de la Universidad de Carolina del Norte, publicó un libro llamado “The Vanishing Newspaper” (“El diario que se desvanece”). Según su teoría, y extrapolando el ritmo al que la circulación de los medios tradicionales decrece, en 2043 se imprimirá el último diario en papel. Si bien suena apocalíptico, queda claro que el negocio de vender palabras a los lectores, para luego vender lectores a los anunciantes está cambiando.

Los diarios han reaccionado de la misma forma en que la mayoría de los actores dominantes en una industria actúan cuando hay un cambio de paradigma: primero lo negaron y luego se sumaron en forma “tibia” cuando ya era tarde tratando de mantener las reglas del juego anterior (algo similar sucedió con Kodak y la fotografía digital y con General Motors y las nuevas fuentes de energía).

Los medios escritos están hoy defendiendo su negocio tradicional a capa y espada, y mientras tanto, aplican la lógica de ese negocio a sus versiones digitales. Esto significa que un anunciante en papel puede comprar avisos por tamaño, ubicación y día. En Internet, el mismo medio permite comprar avisos por tamaño, ubicación, día y, además, hora.

Los medios “nativos” digitales fueron desarrollados con el objeto de servir a los intereses de sus clientes: el lector y el anunciante. Con lo cual, su comportamiento es adaptativo. Desde el punto de vista del contenido, tratan de ayudar al usuario simplificando su navegación para que permanezca la mayor cantidad de tiempo posible. Desde el punto de vista comercial, buscan que la empresa que va a invertir en ellos llegue a públicos más específicos sobre la base de su comportamiento pasado y que abone según resultados cuantificables (por persona que clickeó en el aviso o por persona que completó un formulario de consulta).

Hoy en día el modelo de los diarios online a nivel mundial no deja de ser una réplica de su modelo anterior (pueden hacer la prueba ingresando a cualquier diario del mundo online y contando la cantidad de banners de todo tipo y color que inundan la pantalla).

No hay dudas de que los diarios todavía cuentan con un poder de marca y de influencia sobre la opinión pública muy grandes. También es cierto que la gente necesita comprender lo que está pasando. Normalmente, cuando recibimos el diario ya estamos al tanto de gran parte de las historias que nos cuenta (gracias a Internet, televisión, y demás medios electrónicos). Pero hay una parte que marca la diferencia: el análisis en profundidad.

El público está dispuesto a pagar por contenidos de buena calidad a precios razonables. Muestra de esto es el iTunes de Apple, que revolucionó la industria de la música cobrando por canciones cuando todos pensaban que era un mercado perdido a manos de la piratería. Por eso es necesario que los diarios cambien la forma en que buscan transformar sus contenidos en ingresos. Cuando dejen de abrazar el pasado encontrarán el camino hacia un futuro multimedial, hiperlocal e hiperconectado.