Mi reflexión de fin de año

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El 23.12.10 a las 17:06 hs por Gabriel Foglia

Termino el año con sentimientos encontrados. Por un lado, vivimos en un país donde la economía crece en forma constante desde el año 2002 merced a factores exógenos y endógenos. Esto se traduce, por ejemplo, en ventas récord de ciertos productos como automóviles, electrónicos y promociones con tarjetas de crédito. Por otro lado, la sociedad muestra cada vez más señales de conflictos que no se condicen con el ambiente “macroeconómico” que vivimos.

En consecuencia, el país puede ser analizado con los anteojos optimistas: “está todo perfecto, los problemas tienen que ver con la puja distributiva” o los anteojos pesimistas: “esto explota en cualquier momento, sólo tenemos suerte por el contexto internacional que está de nuestro lado”.

Este contrapunto está presente en el día a día de los medios de comunicación, de los políticos y de las personas interesadas en el futuro del país. Todo lo que ocurre (la toma de los terrenos en Soldati, la aprobación del presupuesto, los festejos del Bicentenario, la formación de la selección de fútbol, entre otros) es analizado en términos de blanco o negro -según la ideología política de quien habla- y sobran argumentos para justificar cualquier posición.

Adicionalmente, en Argentina abundan los cisnes negros: los eventos inesperados que cambian el devenir de las cosas y que tienen una magnitud difícil de mensurar. Ejemplos hay muchos: el fallecimiento del ex Presidente Kirchner, el conflicto por las reservas del Banco Central, el escándalo por las valijas voladoras, etc. Al ser el 2011 un año electoral, lo más probable es que estos eventos se multipliquen.

¿Será posible que el país salga de este laberinto improductivo y desgastante que no conduce a ningún lado? Argentina, según un informe de IERAL, produce alimentos para 329 millones de personas y tiene una población de aproximadamente 40 millones, de los cuales entre 5 y 10 millones son pobres o indigentes (la diferencia radica en quién mide la pobreza, lo cual está sujeto a las típicas discusiones argentinas).

Este simple dato sobra para demostrar el fracaso colectivo del que somos parte tanto oficialistas como opositores, actores presentes y pasados, capitalinos o gente del interior, etc. El contraste entre las casas espectaculares en barrios cerrados rodeados por villas, los autos importados al lado de carros tirados por caballos y los comercios de lujo cercados por vendedores callejeros muestran el desbalance del crecimiento económico.

A contramano de los hechos, la creencia generalizada es que Argentina es un país “rico” en recursos y que tiene un futuro promisorio. En el mundo de hoy, la fuente de riqueza está en las ideas y no en los activos tangibles. Es en ese sentido que Argentina todavía tiene un largo camino por recorrer para dejar de ser el país del perpetuo futuro brillante y andar decadente.

¿Cómo hacerlo? Tanto la Constitución Nacional como la experiencia de otros países nos pueden ayudar a no querer inventar la rueda nuevamente. Seguridad, educación, salud, trabajo y, especialmente, el sentido de ser parte de un proyecto de crecimiento basado en el esfuerzo nos pueden sacar del pantano. No es muy difícil, sólo hay que proponérselo y, luego, actuar en consecuencia.

Google quiere adquirir un cupón de descuento

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El 10.12.10 a las 11:44 hs por Gabriel Foglia

10 sesiones de presoterapia por $ 250 en lugar de $ 830.
15 piezas de sushi por $ 25 en lugar de $ 50.
Los mails de Groupon llegan día a día a las casillas de clientes ávidos por descuentos elevados (50% o más sobre los precios originales).
Sin embargo, la semana pasada los que recibieron el mail con la oferta fueron los fundadores de Groupon: Google ofreció 6.000 millones de dólares por la empresa.

¿Qué es Groupon? Fundada en Chicago hace 2 años, la empresa opera un website que ofrece descuentos diarios a consumidores que se suscriben para recibirlos. Si el cliente desea adquirir el producto o servicio, paga online y recibe un “groupon” (el tradicional cupón promocional) que luego canjea en el comercio seleccionado. Groupon le cobra un porcentaje a cada empresa por las ventas realizadas.

¿Para qué le sirve a una empresa brindar altos descuentos mediante Groupon? Es evidente que sumando el descuento ofrecido al consumidor y la comisión que debe pagar, muchas de las empresas participantes pierden dinero en la transacción. Sus razones pueden ser múltiples:
- Sacrificar rentabilidad con los productos promocionados para luego vender productos o servicios con alto margen (sushi barato, bebidas caras)
- Perder dinero con la primera venta pero luego lograr ventas sucesivas a ese cliente a precios “sin descuentos”
- Darse a conocer entre los cientos de miles de clientes que reciben el mail diario
- Llegar a consumidores sensibles al precio que de otra forma no consumirían el producto

Cualquier persona que haya estudiado marketing sabe que una vez que en la mente del consumidor un precio es rebajado, resulta casi imposible lograr que pague un precio superior. Por ello, participar de Groupon es una alternativa que debe ser cuidadosamente estudiada no sólo por su impacto en el corto plazo (el costo de la promoción) sino por sus implicancias en el posicionamiento de la empresa.

Sin embargo, y a pesar de las críticas que despierta para muchos consultores en marketing, las ventas estimadas de Groupon para este año superan los 500 millones de dólares y tiene 300 millones de usuarios registrados en 500 mercados. Esto lo convierte en uno de los emprendimientos digitales de más rápido crecimiento. Ha comprado varias empresas en todo el mundo y se ha consolidado como líder en el mercado de los cupones online.

Ahora bien, ¿por qué Google estaría interesado en adquirir Groupon por un precio casi 4 veces superior al que abonó por Youtube en 2006? Una de las claves radica en la “localización”: los clientes de Groupon reciben ofertas según su lugar específico de residencia y, por ende, tiene una base de datos muy rica en cuanto a patrones de consumo. Si cruzamos esta información (datos reales de consumo) con los demás datos que Google recolecta sobre los hábitos de las personas (qué sitios navega, qué videos mira, cómo se informa, qué libros lee, entre otros), perfeccionaría su mapa de conocimiento del consumidor en tiempo real.

Groupon puede ser analizado como una gigantesca red social orientada a las transacciones comerciales con un sabor local. Precisamente en ese ámbito Google está librando su gran batalla contra Facebook, que acaba de lanzar una aplicación llamada Places y permite acceder a descuentos según la localización del usuario.

Ambas redes todavía están en una etapa temprana de desarrollo, donde los mundos reales y virtuales convergerán y sumarán cientos de servicios. Esa situación explica la velocidad con la que se desarrollan los acontecimientos y los altos montos invertidos.

Quien mucho abarca, poco aprieta

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El 2.12.10 a las 19:16 hs por Gabriel Foglia

Una de las muchas ventajas que tiene sentarse en un palco alto en el Teatro Colón es poder observar uno de los ejemplos extremos del multitasking. ¿De qué se trata? El multitasking, o multiprocesamiento, nace en el mundo informático y significa la capacidad de una computadora para realizar varios procesos en forma simultánea. Trasladado el concepto a las personas, implica la capacidad para realizar varias actividades en paralelo, por ejemplo, leer y escuchar música.

La proliferación de dispositivos electrónicos que nos mantienen conectados las 24 horas hace muy difícil centrar la atención en un mismo tema o proceso durante largos períodos de tiempo. Entonces, encontramos decenas de personas en la oscuridad del teatro enviando correos electrónicos mientras Manon debate con sus demonios internos. Los ejemplos sobran cuando miramos a nuestro alrededor: las parejas que almuerzan juntas pero separadas (cada uno más pendiente del teléfono que del otro), el empleado que habla con su compañero por teléfono mientras cambia sus status en Facebook, los conductores que manejan y envían mensajes de texto, las personas que tienen 20 páginas de Internet abiertas en su PC en simultáneo, el entrevistado que está más pendiente de la pantalla del celular que de los gestos del entrevistador, entre otros.

Si bien las personas tendemos a pensar que podemos realizar dos o más acciones en simultáneo, los estudios realizados por psicólogos (Meyer, Kieras, Pashler, entre otros) demuestran que a mayor cantidad de acciones simultáneas, la tasa de errores aumenta debido a que el cerebro debe reenfocarse y comenzar de nuevo cada vez que inicia una tarea para luego volver a ser interrumpido. Si se realizan varias acciones en simultáneo, el cerebro pierde eficiencia: ocupa más tiempo y comete más errores. En uno de los estudios se demostró que un conductor que habla por teléfono tiene más chances de chocar su vehículo que un conductor ebrio.

La escritora y consultora norteamericana Linda Stone acuñó una frase que describe con exactitud el mundo en que vivimos: “atención parcial continua”. Esto implica que ante un exceso de estímulos se deja de pensar en profundidad y se resuelven los temas con rapidez pero con extrema superficialidad. Nadie se quiere perder nada (la última noticia recibida vía Twitter, la foto más reciente de un contacto en Facebook, los resultados deportivos, los precios de las acciones, los mensajes laborales, etc.), y en consecuencia el grado de atención decae. Más aún, muchas personas sufren de adicción a este tipo de estímulos y no pueden abstraerse del mundo hiperconectado (adicción a la Blackberry). El exceso de información y estímulos es uno de los principales orígenes del estrés.

¿Cuál es la solución? No existe una respuesta mágica para lidiar con el exceso de información y la ansiedad. Sin embargo, planificar con tiempo, fijar objetivos concretos, tener en claro las prioridades, saber decir “no” a actividades que sabemos que no podremos cumplir y conocer los propios límites son algunas sugerencias que nos pueden ayudar. Las cuestiones cruciales y las triviales no pueden ocupar el mismo espacio en nuestras mentes, así como no podemos prestar la misma atención a los cientos de “amigos” en Facebook. Nuestro tiempo y atención son muy valiosos, la forma en que los invertimos define quiénes somos.