¿Somos lo que hacemos?

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El 29.10.09 a las 11:14 hs por Gabriel Foglia

El 15 de octubre de este año, un ingeniero francés de 48 años se convirtió en el empleado número 25 de France Telecom en quitarse la vida desde febrero de 2008. En ese mismo período, 14 empleados más intentaron lo mismo sin éxito, una persona llegó a apuñalarse en medio de una reunión. El 20 de octubre la firma anunció la suspensión del plan de restructuración debido a los suicidios y emprendió acciones para mejorar el clima laboral. Al analizar la información sobre esta situación, la palabra mobbing es el común denominador: acoso laboral por parte del empleador para que el empleado acepte un cambio laboral, un retiro voluntario o renuncie.

La ola de suicidios no sólo afecta a Francia, cuya tasa de desempleo es del 9.8%. A pesar de la alta protección legal, la semana laboral de 35 horas y la fortaleza de los sindicatos, los empleados se sienten amenazados por el cambio. En Estados Unidos, los suicidios a consecuencia del estrés laboral aumentaron de 196 en 2007 a 251 en 2008, de acuerdo con el Bureau of Labor Statistics. En Japón, la mayor parte de los 32.000 suicidios anuales está relacionada con el empleo.

En Latinoamérica, un estudio de TNS Gallup realizado en 2007 (TNS Wellbeing Study) indica que casi la mitad de la población padece estrés o falta de energía. En Argentina, de acuerdo con el mismo estudio, 5 de cada 10 personas declaran padecer estrés, depresión y/o desgano.

Es entendible que una empresa de más de 100.000 empleados como France Telecom que debe pasar de la gestión pública a la privada lidiando con la crisis económica global produzca un alto grado de inseguridad interna. Esto se potencia pues más de la mitad de sus empleados cambiaron de función o ubicación geográfica en los últimos cinco años y más del 20% de la dotación fue despedida. La comunicación interna y externa tampoco ayudó en el proceso, lo que incrementó la incertidumbre.

Sin profundizar en un tema por demás complejo, resulta obvio que las personas que forman parte de una organización deben ser tratadas con respeto y tener condiciones laborales adecuadas para desempeñar sus tareas. La tragedia de France Telecom, más allá de las nefastas habilidades de liderazgo y gestión de los responsables de la compañía que todos los medios siguen criticando, es mucho más profunda. ¿Cómo puede una persona llegar a suicidarse por culpa del estrés laboral?

Los suicidios son sólo la punta del iceberg que nos muestra hasta dónde el empleo nos define como personas. Los divorcios, enfermedades, hijos descuidados y amistades perdidas a causa del trabajo son otros emergentes del mismo fenómeno. La posibilidad de estar las 24 horas “online” vía blackberry, celular y correo electrónico ha profundizado la preponderancia del trabajo por sobre las demás facetas personales.

Aún cuando muchas empresas ofrezcan la tecnología para que los empleados puedan mejorar su balance vida-empleo, dando la posibilidad de trabajar a distancia, vivimos pendientes de las responsabilidades laborales: si nuestro empleo está bien, creemos estar bien.

Cuando en momentos de incertidumbre económica o cambios estructurales en las industrias (situaciones hoy en día muy comunes para la mayoría de las compañías) nuestros empleos están en riesgo, sentimos que toda nuestra existencia está en riesgo.
La sugerencia de los expertos en psicología laboral es simple: no poner todos los huevos en la misma canasta y desarrollar otras identidades (madre o padre, amigo, deportista, músico, estudiante, etc.). Esto, por ejemplo, no sólo implica pensarse como padre sino actuar como padre invirtiendo más tiempo con nuestros hijos.

Varios estudios demuestran que la productividad de un empleado no es más alta cuando dedica todo su tiempo al trabajo, sino todo lo contrario. Cuanto más tiempo invertimos en tener una vida equilibrada, más sólidos seremos en el plano laboral.

¿Qué somos si no tenemos trabajo? Sin dudas somos mucho más que nuestra profesión y empleo, aunque en el fragor del día a día nuestra mente lo olvide.

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