Cerdos y gallinas

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El 7.4.15 a las 11:17 hs por Gabriel Foglia

Visitando a mi abuela, encontré en su casa un diploma en el que autoridades y compañeros de trabajo de mi abuelo lo felicitan por no haber faltado un solo día en 25 años.

En el transcurso de las últimas dos semanas -es decir, 14 días-  solo tuvimos 5 laborables: los demás se dividen entre fines de semana, feriados (Semana Santa y Día de la Memoria), días puente y paro. Sin embargo, nadie parece muy afectado por el hecho de que cada vez se trabaje menos. Menos significa menos en todo sentido: menos días laborables, menos personas realizando trabajos en el sector productivo, menos carga horaria, etc.

A veces tengo la impresión de que nos vamos acostumbrando a trabajar cada vez menos,  existe toda una corriente de pensamiento que va en ese sentido: mezclar trabajo y diversión, horario flexible, balance entre vida laboral y personal, etc. Incluso los gurúes de la felicidad indican que trabajar menos incrementa la felicidad. En síntesis, la idea general sería que hay que trabajar sin que parezca que estamos trabajando. A esto le debemos sumar la cantidad de distracciones electrónicas que nos impiden poner nuestro foco en una sola cosa durante un lapso medianamente prolongado (facebook, whatsapp, twitter, sitios de noticias, etc.).

El grado de compromiso en nuestras relaciones, ya sea con nuestro trabajo, familia, amigos, estudios, entre otros, es cada vez menor. Nuestro único y principal compromiso es con nosotros mismos, es decir, con nuestros objetivos e intereses personales. Para el resto de las actividades, estamos a lo sumo involucrados.

Es conocida la fábula que cuenta la diferencia entre el cerdo y la gallina a la hora del desayuno: el cerdo está comprometido -se sacrifica para que podamos comer jamón- mientras que la gallina está involucrada -nos provee los huevos-. La diferencia entre compromiso e involucramiento es que el primero implica poner la vida en algo (como el chanchito). La conclusión fácil sería decir que necesitamos más cerdos y menos gallinas. Sin embargo, considero que estar extremadamente comprometido tampoco es positivo (el cerdo es el caso extremo, pero paradójicamente los casos de síndrome de burnout  o estrés laboral son cada vez más comunes).

No tuve la chance de preguntarle a mi abuelo qué lo llevó a ir a trabajar durante 25 años todos los días a las 5 de la mañana a un frigorífico. Pero puedo imaginar su respuesta: “es lo que tenía que hacer”. Creo que ese es su mejor mensaje en estos días de bajo compromiso, muchas distracciones y productividad decreciente. Es mi deseo que el péndulo vuelva al centro y empecemos a hacer lo que hay que hacer para volver a ser un país pujante.  Sin excusas.

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