El rompecabezas de la inconformidad laboral

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El 7.4.09 a las 20:49 hs por Gabriel Foglia

El dueño de una PYME quiere abandonar su empresa y trabajar en relación de dependencia. El gerente de una multinacional busca lanzar su propio proyecto. El directivo con 20 años de experiencia en consumo masivo intenta cambiarse al mundo de los servicios financieros. El especialista en producción trata de pasar al área de marketing y el de marketing, a finanzas.

Todos tienen buenas razones para intentar el cambio. Mientras tanto, los responsables de recursos humanos sólo incorporan personas con experiencia comprobable en la industria y función que buscan, retroalimentando el círculo de la insatisfacción. En paralelo, se quejan porque no consiguen perfiles adecuados a sus necesidades.

Es cada vez más común encontrarse con gente que quiere hacer un cambio radical en su carrera profesional. Sin embargo, pocas veces esto se traduce en hechos concretos. Conforme la persona avanza profesionalmente, más barreras de salida se generan y más se eleva el costo del cambio. En consecuencia, llega un punto donde el empleado se encuentra atrapado en una situación de difícil resolución (está sobrecalificado para comenzar desde cero en el puesto “soñado” y, si logra sortear este obstáculo, debe resignar ingresos).

Si bien un cambio puede tener un impacto positivo en nuestras vidas, considero que el énfasis que se pone en el aspecto laboral a la hora de definir el grado de felicidad de una persona es excesivo (la típica pregunta “¿a qué te dedicás?” cuando conocemos a alguien por primera vez nos muestra su relevancia). Los cambios que hoy observamos en el mundo de los negocios nos obligan a repensar la forma en que desarrollamos nuestras carreras profesionales, nos capacitamos, nos relacionamos. La incorporación de nuevas disciplinas al mundo de los negocios (psicología, sociología, comunicación, tecnología, entre otros) abre un abanico de posibilidades para el desarrollo profesional.

Bajo este nuevo modelo resulta imperioso que cada persona desarrolle un plan de marketing personal. El concepto “CEO de tu propia empresa: vos”, acuñado por Tom Peters en 1997, está más vigente que nunca dado que el trabajo más importante de cualquier persona es gerenciar su propia marca. Las herramientas tecnológicas pueden ayudar a explotar el boca a boca de nuestra marca: blogs, redes sociales, participación en actividades educativas, entre otros. Existen, incluso, individuos que compran avisos en Google para derivar tráfico a su sitio web y convertirse en especialistas sobre determinados temas con un presupuesto mínimo.

Sin embargo, y más allá de las facilidades que hoy tenemos para gestionar nuestras propias marcas, este concepto requiere un alto grado de lealtad: con colegas, con clientes, con proyectos y, lo más importante, con nosotros mismos.

Visto desde la perspectiva del empleador puede parecer un concepto egoísta, y allí radica otra parte del problema. Las empresas deben adaptarse a un nuevo perfil de profesionales, cambiar sus viejas metodologías de reclutamiento, compensación y retención, y comprender que la única forma para competir por el talento es desafiando a sus empleados y entendiendo sus necesidades. El concepto de éxito para cada persona es diferente (¿Dinero? ¿Fama? ¿Poder? ¿Hacer lo que me gusta?) y la definición de satisfacción es el cociente entre la realidad y las expectativas.

Cuando empleados, entrepreneurs y empleadores avancen sobre estas ideas comenzaremos a resolver el gigantesco rompecabezas de la inconformidad laboral.

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1 comentario

  1. Patricia |

    Muy oportuno el artículo y muy bien planteado. Coincido contigo respecto de considerar a la insatisfacción como constante, el tema es, a mi entender, la dificultad de descubrir el verdadero deseo que mueve a las personas en búsqueda de su situación laboral. Parce que resulta difícil encontrar el insight laboral.

     

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