¿Ideas millonarias o millones de ideas?

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El 11.11.10 a las 11:34 hs por Gabriel Foglia

Earvin “Magic” Johnson fue, para muchos, el mejor jugador de básquetbol de todos los tiempos. Su versatilidad, creatividad y liderazgo lo destacaron durante la década de 1980, cuando llevó a Los Angeles Lakers a ganar 5 títulos de la NBA. En 10 años de contrato con el equipo, obtuvo una remuneración aproximada de 20 millones de dólares.

En el año 1998, luego de su retiro definitivo, decidió invertir en el desarrollo de franquicias de la cadena de cafeterías Starbucks. Hoy, cuenta con más de 100 locales y la semana pasada vendió el 50% de su empresa a Starbucks por 75 millones de dólares (más de 3 veces lo que obtuvo en su carrera como basquetbolista profesional).

Cuando una persona decide invertir tiempo y dinero en un proyecto, tiende a buscar la “idea salvadora”. En los círculos del emprendedorismo, tanto en la Argentina como en el resto del mundo, los desafíos para quien comienza su propia empresa están relacionados con cómo la idea cambiará el mundo, con la posibilidad de desarrollarla a nivel global, con la relación con los competidores, con la demanda mundial para el producto o servicio, entre otras.

En ese mundo, las grandes ideas y los grandes mercados son las claves para atraer a los inversores. En consecuencia, vivimos la fiebre de los emprendimientos relacionados con redes sociales, nuevos medios de comunicación, biocombustibles, productos farmacológicos, videojuegos, entre otros. Poner en marcha una cadena franquiciada de cafeterías no es el tipo de proyectos que entusiasma a un inversor, no resulta lo suficientemente “cool”.

Sin embargo, las ideas simples enfocadas en mercados concretos con modelos de negocios reales pueden generar grandes retornos sobre la inversión. Es verdad que no cambiarán el mundo ni la forma en que vivimos, y tampoco multiplicarán por varios miles la inversión inicial. Sin embargo, este tipo de proyectos (empresas “simples” como un lavadero para automóviles, un local de venta de anteojos o un stand de venta de alimentos al paso) brindan la posibilidad a miles de personas de iniciar sus propios proyectos, testear la idea y poner todo su esfuerzo para lograr el éxito.

En su libro “The millionaire next door – El millonario de al lado”, Thomas Stanley y William Danko analizan los perfiles de quienes tienen un patrimonio neto superior al millón de dólares en EEUU. Las conclusiones son muy interesantes: la mayoría se desempeña en industrias “normales” tales como construcción, venta de automóviles, farmacias, hospitales, entre otros. Obviamente no son los súper millonarios del Silicon Valley, pero constituyen la masa de millonarios más grande del mundo, basada en el trabajo constante y al ahorro.

En los emprendimientos “estándar”, que constituyen la realidad de los miles y miles de personas que todos los días, por vocación o por necesidad comienzan una nueva empresa, la implementación pesa más que la idea. Identificar una oportunidad y poner en marcha una idea es mucho más importante que quedarse en el mundo abstracto de las ideas salvadoras.

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1 comentario

  1. Ezequiel de Olazábal |

    Gabriel, Me gustó tu publicación.
    Siempre digo que la diferencia entre un emprendedor y otro, es el que hace. Dificilmente le pueda ir mal al emprendedor que HACE. Muchos se quedan en el dicho y con eso no van a ninguna parte.

    También creo que la característica fundmental del emprendedor, es la pasión por lo que hace, mucho más que el dinero, que a la larga o a la corta, es el resultado de su esfuerzo.

    Saludos,
    E

     

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